Después del movimiento, la quietud rítmica.
Después
de miles de músicas, la música del corazón.
Después
de las miradas y la sonrisas, el recuerdo en el corazón.
Después
de las danzas del cuerpo, las danzas del corazón y las danzas del alma.
Después
de tanta energía compartida, la alegría de haber
compartido y co-creado.
Después
que se silencian las voces, se aquietan los “hasta el próximo encuentro” y las
miradas y el calor de las manos dadas se guardan en el fondo del corazón, queda
el amor abrazando el alma, quedan la sonrisas vibrando en el corazón, quedan
los silencios llenos de sonidos y melodías, y queda -en la quietud- la
vibración de la luz iluminando el alma.