Ya se oyen los primeros acordes; el cuerpo está alerta, la música va llenando el espacio; nos damos las manos y la ronda comienza a girar. Nos llenamos de sonidos, vamos buscando el ritmo hasta encontrar nuestra sintonía circular.
Y el viaje comienza… Y desplegando nuestras alas del alma giramos alrededor de nuestros ancestros y mágicamente alcanzamos horizontes infinitos y diversos. Las palabras cambian sus sonidos, las diversas lenguas van susurrándonos al oído historias, sentimientos, anhelos y sabidurías…
Nuestros
ancestros renacen con cada danza, con cada melodía; se vuelven sonidos y
silencios, movimientos y pausas; se vuelven todos los ritmos que siguen
nuestros pies, tocando nuestro corazón y despertando sonrisas que iluminan
nuestras miradas… Y van apareciendo desde los recuerdos escondidos en algún
rincón del corazón y se vuelven misterios revelados. Las memorias lejanas nos
alcanzan y nuestro ser comienza a comprender…