Las Danzas Sagradas Circulares son un hermoso regalo para el alma,una caricia al corazón, un alimento para nuestro ser corporal. Siempre están vibrando aquí y allá, dándonos la oportunidad de celebrar la vida y la magia que nos envuelve cada vez que somos parte del círculo. Su centro es un corazón que pulsa vida, que irradia luz... Con cada latido, su resplandor crece, sostenido por nuestra propia luminosidad...

miércoles, 25 de diciembre de 2019

La cocina de un taller de Danzas Sagradas Circulares  
(Danzas Circulares del Mundo) 
Una experiencia en primera persona… 

Un taller de danzas sagradas circulares es algo así como un hijo, un cuadro, una pieza de música… una inspiración del corazón. 

Su historia comienza en mi corazón, en mis sentimientos, moviendo mi cuerpo, susurrando en mi alma. Muchas músicas de todo el mundo comienzan a sonar en mi espacio interior y me hacen danzar en el corazón, en la mente… moviendo mis pies, mis brazos… todo mi cuerpo, llenándome de melodías, de ritmos… floreciendo en un arcoiris de etnias, de creencias, de identidades diversas. Y van tocando mi corazón,  metiéndose misteriosamente en los rincones del alma. 

Y empieza el viaje!  La primera estación es una larga lista a la que llamo “primer borrador”; se va llenando de melodías, de culturas, cercanas y lejanas en su historia y su geografía, en el espacio- tiempo que les da eternidad, que las hace infinitamente actuales y presentes. En esta estación permanezco laaargOOO tiempo… a veces días, escuchando, prestando oídos, abriendo aún más mi corazón, sintiendo, despertando mi mente y mi conciencia hacia todo ese maravilloso movimiento que se echa a andar con cada melodía, con cada evocación, entrando en una sintonía profunda con la historia de la humanidad. 

Este viaje es un camino amoroso de búsquedas y encuentros. Es maravilloso lo que ocurre en mis ser!!! Pequeñas transformaciones  comienzan a vislumbrarse a lo largo de ese tiempo que dedico a la preparación del taller. Y así van naciendo la “primera selección”, la segunda… la tercera… en fin, las que sean, no hay un patrón determinado de antemano; simplemente, en un momento siento que “la lista” está lista!!! Es cuando la alegría me abraza, cuando me conmuevo al escuchar todas las músicas en secuencia continua, cuando siento que viajo a través del tiempo, acortando distancias, en sintonía con ese abanico de identidades que las melodías representan.  

Es ahí, en ese preciso instante, cuando se me revela la comprensión del propósito que me trasciende y vuela sin fronteras, poniéndome alas y expandiendo todo mi ser y se convierte en mi guía para los pasos que siguen. 

El taller también precisa de un bautismo, de un nombre que selle su vibración, que le dé identidad. Y esto, es otra “ronda” de sentimientos, emociones, pensamientos… Es dar a luz! Y el nombre se define en el instante de su nacimiento. 

Percibir que cada taller es una ofrenda, me ayuda a darme cuenta de su sentido intrínseco, que se vuelve aún más claro para la conciencia, cuando lo comparto, 
cuando finalmente se forma la ronda, cuando comenzamos a danzar tomados de las manos, mirándonos a los ojos… sintiendo nuestras mutuas presencias dentro de ella. 

Y esto es posible, porque cuando aún estoy en la búsqueda de mi musa, mi corazón se va abriendo aún más, a la percepción de ese grupo humano potencial con quien compartiré la inspiración. Porque ella llega sólo si me abro para percibir a esos seres que serán parte del círculo danzante y vital, que nos guiará a nuestro mutuo encuentro de corazón a corazón, trascendiendo las palabras, las creencias, las etnias…  “re-uniéndonos” en hermandad.